Aunque ya llevo algunos años trabajando la Educación
Emocional en el aula, este curso me ha hecho reflexionar sobre algunos aspectos
que debo mejorar.
Otros aspectos, como
moverme continuamente por el aula, utilizar metodologías de trabajo
cooperativo, disposición de los alumnos en grupos para fomentar el aprendizaje
dialógico, dinámicas de cohesión grupal y emocional, etc. también las
estoy llevando a cabo en el aula, aunque
siempre hay muchas cosas que puedo mejorar.
Antes
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Ahora
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Me centraba más en alumnos que desde mi conocimiento necesitaban más ayuda en el plano emocional.
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Debo centrarme en todo el
grupo, pues todos necesitan que se les anime y se sientan igualmente
atendidos en el plano emocional.
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Los temarios, los horarios de
las asignaturas, las prisas, en general, hacen que con frecuencia me centre
más en el aspecto académico.
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Procurar que los alumnos se sientan bien, más relajados, eso rebajará
la ansiedad y fomentará la autoestima, con más pausas, más diálogos, más
actividades cooperativas, ser menos estricta con los horarios…
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Prestaba menos atención a mi forma de mirarles, a mi forma atenderles
cuando me hablan.
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Mirarles a los ojos, adoptar posturas que demuestren que les estoy
poniendo mi atención.
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Fomento la autoestima desde el día a día con frases alentadoras, de
reconocimiento del trabajo bien hecho.
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Fomentar la autoestima con
actividades y dinámicas que favorezcan la autoestima y no dejarlo sólo con
comentarios favorables.
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Como reflexión, primero, que pocas veces se habla del propio
docente, de que también somos personas que durante el curso y debido a causas
personales, familiares y laborales, sufrimos de estrés, ansiedad, escaso reconocimiento
de nuestra labor, de problemas que nos afectan tanto que nos hacen llegar al
colegio con un estado anímico que no es el más idóneo para afrontar el día a
día emocional del aula. Así que cada mañana, procuro llegar temprano al cole,
tener preparado todo para cuando toque el timbre y lleguen los niños, esto me
hace desconectar de mi “yo personal” y centrarme en mi “yo maestra”. Generalmente me funciona.
Por otra parte, hay casos de alumnos que manifiestan una
problemática familiar, social, cultural, alumnos disruptivos, alumnos
absentistas, con algún tipo de síndrome (TDAH, Asperger …), con problemáticas
propias de ser tratadas por especialistas, a los que las administraciones no
aportan los recursos necesarios para que se integren en el aula de forma plena.
Trabajamos con ellos dedicándoles un esfuerzo continuo, que da sus frutos, pero
que podrían mejorar mucho si los
recursos fueran los adecuados.
También he tenido
alumnos que sus estados emocionales requerían a veces ser tratados por
especialistas, llegando a comentar situaciones en clase a las que yo no he
podido hacer frente, pues no tengo las herramientas necesarias ni los
conocimientos ni el tiempo para dar una
terapia. Algunas familias acuden con estos niños a terapias, pero en ocasiones,
se niegan a reconocer esta problemática de sus hijos.
Con todo esto, llego a la conclusión de que la Educación
Emocional es a veces muy compleja de
impartir, pero por poco que hagamos, si
lo hacemos bien, y para ello me ha sido útil este curso, siempre aportará
mejoras.
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